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El suicidio sigue siendo un grave problema personal, familiar, social y de salud pública. En el mundo se suicidan aproximadamente 800.000 personas cada año, y por cada suicidio se producen más de 20 intentos para lograrlo. La incidencia no disminuye y la pandemia puede acentuar este fenómeno, aunque no necesariamente representa la causa. Como siempre, las categorías más vulnerables pagan el precio más alto por el estrés pandémico: las mujeres, junto con los jóvenes y los ancianos. El suicidio no debe entenderse como un acercamiento a la muerte, sino como un alejamiento del dolor intolerable, a las emociones negativas y a la devastación interior (Maurizio Pompili, 2021).
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