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Hoy tenemos una sensibilidad mucho más grande ante el dolor que en otros tiempos. Durante muchos siglos se ha maltratado duramente a los esclavos, a los extranjeros, a los enemigos, a los subordinados. Las condiciones de la vida antes eran mucho más limitadas que hoy y la gente en cierto modo era “más dura”, quizá porque lo veían como algo normal. La medicina se administraba haciendo sufrir mucho, porque no existía la anestesia ni los analgésicos. Hoy sufrimos más y tenemos quizá menos fortaleza que los antiguos ante el sufrimiento porque con el progreso, el bienestar general y la medicina, al menos en los países desarrollados, nos hemos vuelto muy exigentes y más intolerantes con el dolor.
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