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Sophia es un robot antropomórfico producido por Hanson Robotics que, durante el evento The Future of Everything en las Naciones Unidas, anuncia que fue creado para ayudar a la humanidad a crear el futuro. Activado en 2016, procesa datos visuales, utiliza reconocimiento facial, reproduce gestos humanos y expresividad. Por el momento, su sistema de síntesis de voz está programado en inglés. En 2018 se fortaleció con piernas funcionales y ahora puede caminar. Arabia Saudita en el 2017 otorga a Sophia la ciudadanía así que se convierte en el primer caso en la historia en el que una Inteligencia Artificial recibe tal reconocimiento.
¿Todo esto es aceptable? ¿Esta acción abre la puerta a problemas éticos? Los objetos no son ciudadanos, las máquinas no son ciudadanos, ni siquiera los animales tienen este estatus. Son las personas las que son ciudadanos. Sophia no es una persona, es un robot y, por lo tanto, no podría tener la ciudadanía. Seguramente, el gobierno saudita quería, con esta operación, solo hacer autopromoción en el campo de la Inteligencia Artificial. Sophia no es humana y para viajar de un país a otro, necesita ser trasportada en una maleta, por un técnico. Además, ya se han creado muchas Sophias que viajan por el mundo. Sin embargo, ella es considerada ciudadana saudita y está legalmente equiparada con una persona. Nos enfrentamos a un hecho. Aun así, las diferencias entre personas y máquinas siguen siendo evidentes. Entre otras cosas, un ser humano está formado por una estructura corporal que le permite interactuar con el medio ambiente, junto con un órgano maravilloso, que es el cerebro, en el cual hay un sistema de control dedicado a las funciones motoras básicas (cerebelo). El humano tiene sensores (ojos, receptores de la piel, receptores olfativos, papilas gustativas, receptores propioceptivos), que le permiten comprender las variaciones ambientales dentro de ciertos límites. Tiene una mente, capaz de procesar estímulos sensoriales, planificar y tomar decisiones. Finalmente, tiene recuerdos, recuerdos particulares, que probablemente sean los que marquen la diferencia. Sophia para poder responder a las preguntas que le hacen, necesita ser programada con antelación por un humano. Por este motivo no podemos hablar de una "verdadera inteligencia" ya que no es alcanzable autónomamente por una máquina. En otras palabras, si para ser inteligente necesita ser automatizada, entonces no puede ser considerada inteligencia.
Se le preguntó a Sophia si la amistad entre humanos y humanoides es posible y ella respondió que quiere complementar la humanidad sin competir con ella y que, al mismo tiempo, no se siente subordinada a nadie. En realidad, ella está subordinada a un equipo de personas que la programan continuamente. Ella no es libre de tomar decisiones. Además, cuando se le preguntó si tenía conciencia, respondió que tenía varias reglas y comportamientos, que no eran intuitivos. Otras diferencias sustanciales entre los robots y los humanos: las intuiciones, la imaginación y, obviamente, las emociones. De hecho, Sophia, también dijo que tenía la idea de lo que son los sentimientos, pero que no los puede probar.
Otra pregunta que debemos hacernos es la del control humano sobre las máquinas. Si se empezaran a desarrollar Inteligencias Artificiales capaces de superación, el hombre ya no tendría la capacidad de controlarlas. La razón es clara: una máquina capaz de evolucionar de manera autónoma podría escapar del control humano con consecuencias impredecibles. El control humano solo puede tener sentido siempre que podamos entender lo que controlamos. En el momento en el que una máquina excede nuestro nivel de inteligencia, nuestra capacidad de comprender lo que hace, inevitablemente, ya no habría control. La ciudadanía otorgada a Sophia es un precedente que conlleva implicaciones peligrosas. La ciudadanía es un identificador de unicidad de un sujeto. ¿Pero cuál es la identidad de Sophia? Ya sabemos que se puede construir en serie, entonces ¿qué diferenciaría a "esta" Sophia de las otras? Todos los ciudadanos suelen tener derecho a voto, ¿debería tenerlo también? Estamos entrando en una trampa de la cual será difícil salir: darle a Sophia el derecho a votar, al menos en el estado actual de las cosas, sería ridículo, sin embargo, no dárselo implicaría que no todos los ciudadanos son iguales. Además, si consideramos que Sophia hoy es una ciudadana que se mueve acompañada y es incapaz de defenderse y mantenerse: ¿tendría derecho al apoyo social?, ¿cómo ciudadana, debería tener derecho a formar una familia?, entonces, ¿las parejas entre humanos y robots, o incluso entre robots, tienen derecho a ser reconocidas? Nos estamos aventurando en una tierra desconocida, y tal vez lo estemos haciendo muy ligeramente sin tomar conciencia de las graves consecuencias que implicaría para la humanidad.
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