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¿De qué sirve atacar quirúrgicamente (parabiosis) un ratón macho y una hembra, conectar los dos sistemas circulatorios para que la sangre de la hembra fluya hacia el macho, castrar al macho, trasplantarle un útero, embarazar artificialmente a la hembra, insertar embriones también en el útero del ratón macho y conducir los dos embarazos hasta la cesárea de ambos?
El experimento realizado en China por Rongjia Zhang y Yuhuan Liu, y a pesar de no haber sido revisado por pares, apareció en preprint en el sitio web de Biorxiv el 16 de junio de 2021.
Este experimento ha provocado muchos comentarios y un acalorado debate entre los académicos y el público en China y en todo el mundo.
Smriti Mallapaty en Nature el 9 de julio en su artículo titulado Pregnant male rat study kindles bioethical debate in China habla de las preocupaciones de algunos investigadores chinos por una posible pérdida de reputación del país, por este experimento que tiene malas perspectivas médicas, falta de relevancia social, realizado con fondos públicos y que involucra animales de laboratorio.
Mallapaty retoma la observación de la experta en bioética Catherine Mills de la Universidad de Monash en Melbourne quien dice: "es un camino muy lejano de la implicación real de la investigación humana ... En cierto sentido no es un modelo animal sino solo un experimento animal".
Estamos ante otro experimento que nos cuestiona desde un punto de vista ético: ¿debe la ciencia tener fronteras?
Poner límites a la ciencia no representa la negación de la libertad sino el deseo de salvaguardar la supervivencia humana. Tenemos el deber de estar atentos y mantener alta la reflexión y la formación ética, para que, en los experimentos científicos, no se pierdan de vista los beneficios reales para la salud y el bienestar humanos salvaguardando el bienestar de los animales involucrados en estas prácticas. Solo así seremos capaces de proteger nuestro futuro de las otras generaciones y del planeta.
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